“Thanks for the game!

A minute of silence for Chirriante.




Había una vez un goblin llamado Chirriante Chirivisco, conocido por su risa contagiosa y su naturaleza juguetona. Chirriante no era como la mayoría de los goblins; en lugar de ser malicioso y astuto, era alegre y amistoso. Pasó su juventud haciendo travesuras en la tribu goblin, siempre encontrando formas ingeniosas de divertirse.

Un día, mientras exploraba el bosque, Chirriante Chirivisco se topó con una pelota de Blood Bowl abandonada por un grupo de jugadores. La pelota estaba desgastada y tenía manchas de sangre, pero Chirriante la encontró fascinante. Decidió llevársela consigo y la convirtió en su compañera de juegos.

Chirriante pasaba horas y horas practicando con su pelota en solitario. Desarrolló un talento natural para manejarla con destreza y precisión, lo que sorprendió a todos en la tribu. Pronto, decidió unirse a un equipo de Blood Bowl y demostrar su habilidad en el campo.

El día de su primer partido llegó, y Chirriante estaba emocionado. Aunque era pequeño y frágil en comparación con los otros jugadores, su velocidad y agilidad eran inigualables. La multitud quedó impresionada por sus movimientos acrobáticos y su risa alegre mientras corría por el campo.

Sin embargo, la vida de un goblin en el campo de Blood Bowl es peligrosa, y Chirriante Chirivisco lo descubrió de la manera más difícil. En el segundo turno del partido, mientras intentaba realizar un pase espectacular, fue embestido por un troll rival. El impacto fue brutal, y la risa de Chirriante se convirtió en un grito de dolor.

A pesar de la tristeza que se apoderó del estadio, Chirriante Chirivisco se aferró a su querida pelota de Blood Bowl hasta el final. Con una sonrisa en el rostro, sus últimos suspiros se mezclaron con los aplausos y lágrimas de la multitud.

Aunque su carrera en el Blood Bowl fue breve, Chirriante Chirivisco dejó una impresión imborrable en el corazón de todos. Su risa alegre y su espíritu juguetón vivirían para siempre en las leyendas del juego, y su espíritu nunca sería olvidado por quienes lo vieron jugar en su último partido. Chirriante Chirivisco, el goblin que murió riendo, se convirtió en una leyenda en el mundo del Blood Bowl.”