La frase que definiría a Gandalf tanto dentro como fuera del campo sería "un auténtico hijo de perra".
Indudablemente la naturaleza le ha dotado de unas peculiaridades asombrósamente útiles para el Blood Bowl. Ha derribado con su cola más jugadores que cualquier estrella de cualquier equipo y sus afilados colmillos provocan que cualquier adversario (incluso sus compañeros) se lo piense dos veces antes de invadir su zona de defensa.
Aunque es el más joven del equipo su rápido desarrollo muscular le ha hecho llegar al primer equipo a una edad en la que otros hobgoblins todavía no han cambiado sus dientes de leche.
Adoptado en su infancia por los padres de Redarrows, su fidelidad a su "hermano" es absoluta y se entienden con la mirada. Receloso y de pocas palabras (de ninguna, más bien), es respetado por sus compañeros y temido por sus rivales.
Una promesa en ciernes que dara mucho que hablar aunque se niegue a conceder entrevistas a ningun medio.